jueves, 16 de julio de 2009

Cafe


Llevar un diario en esta ciudad es tan dificil como medir el tiempo que dura

acostumbrarse a
estar quieto, inmovil, estatico, anclado en este

barrio-piso-techo-isla-tierra-sol-madrugada.
la ventana me abre hacia el mar y el mar me encierra aqui dentro. no voy a

ninguna parte por que ya ninguna parte me apetece, cuando salgo tampoco salgo

realmente, me quedo siempre estatica ante el olor del salitre, mi ciudad desteñida,

las calles rumiando los desechos de la gente, arriba y abajo, desechos de la gente

que camina y que son su propio desecho.
me abrazo al aburrimiento, a la bulimia de los transeuntes, esquivo codos y

carteras. me abrazo al aire que raspa la garganta, que dobla por mi esquina y se

hace insoportable, sin este filo de mar estariamos muertos, hundidos en las fosas

de la habana.
me hundo en mi taza de cafe, busco refugio bajo cualquier almohada con un

aroma de otro continente, de algun continente, allá, en tierra firme, donde hay

algun lugar hacia donde ir.

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